Carisma

Dios quiso que el sublime conocimiento de Cristo y en el esfuerzo por tener sus mismos sentimientos le llamaran fuertemente la atención cuatro virtudes del todo evangélicas: la humildad y la sencillez, la pobreza y la caridad. A través de ellas consideraba preferentemente a Cristo. Habiendo bebido, además, con abundancia el Espíritu del Carmen en sus fuentes mismas: Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, llegó a plasmar su carisma trasmitido después a sus hijas las Carmelitas de San José y que describimos así: Contemplativo, Apostólico y Mariano con estos elementos específicos: Unión con Dios por la oración, y la abnegación, desprendimiento y pobreza evangeliza, celo apostólico sacerdotal que la lleva a orar y sacrificarse por los sacerdotes y a ser para ellos auxiliares en sus actividades pastorales.

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